Los otros "compromisos" del Rey Juan Carlos que la Reina Sofía debió tolerar a través de los años

Una de las razones por las cuales el pueblo español siente verdadero cariño y agradecimiento hacia la imagen de la Reina Sofía es por su encomiable trabajo como Consorte real y su gran capacidad de anteponer el deber institucional por encima de su propia individualidad. Esto provocó también muchas situaciones confusas, dolorosas y difíciles durante sus años al mando del gran acorazado de La Zarzuela, especialmente en cuanto a la relación matrimonial que llevó y aún mantiene con el Rey Juan Carlos.

Porque la Reina Sofía, en efecto, es la esposa del Emérito y quien lo acompañó por 40 años de reinado, pero en dos ocasiones, según recogen las crónicas en los años 90, estuvo a punto de perder su lugar. Dos mujeres robaron el corazón del Rey Juan Carlos hasta el punto de ofrecerles matrimonio.

Debió soportar la presencia de la "eternamente bronceada" Marta Gayá, una hermosa socialité mallorquina que mantuvo una relación con el Rey Emérito durante casi 20 años. Se dice que fue el verdadero amor del Rey Juan Carlos, pero tomando en cuenta lo empedernido que resultó ser, lo mismo dijo cuando conoció a Corinna Larsen en el 2004. También la consideró "el amor de su vida" y le prometió matrimonio. Quizás con Corinna, el Emérito se atrevió más: sostuvo una fuerte discusión con la Reina Sofía, por esta razón y según los relatos de la periodista Pilar Eyre, la férrea oposición de sus hijos lo hizo retroceder en su propósito.

Pero estos no fueron los únicos amores que el Rey Juan Carlos sostuvo en sus álgidos años de matrimonio con la Reina Sofía, el prontuario amoroso del padre del Rey Felipe fue tan extenso entre aristócratas, nobles y artistas, que los sentimientos de la Emérita se recrudecieron hasta sencillamente no tener que ver con su esposo y llevar una vida completamente aparte de la suya.

Bajo esta irritante exposición a la que fue sometida, la Reina Sofía pudo sufrir lo propio pero, de frente a la opinión pública, siempre mantuvo su posición, su dignidad y sentido del deber. Cuestión que nos hizo preguntar en más de una ocasión por qué nunca tomó la decisión de romper la cadena y liberarse de todo aquel suplicio.

Según algunas crónicas que rescata el portal "Mujer Hoy", hay quien asegure que la Reina Sofía pensó seriamente en la opción del divorcio incluso desde antes de la aparición de Marta Gayá y Corinna Larsen: un mito extendido tuvo que ver con una ocasión en la que la griega encontró a su esposo en brazos de otra mujer y hastiada de estas humillaciones sufridas, corrió a los brazos de su madre, la Reina Federica de Grecia, quien en ese momento residía en la India.

No encontró el consuelo que buscaba, sino que se enfrentó a la presión por parte de su madre, quien no deseaba para ella su misma suerte como exiliada y, para añadir mayores males el parlamento español, enfrentó la opción del divorcio a cambio de la devolución de la dote que la Emérita recibió cuando se casó con Don Juan Carlos, por lo que tuvo que regresar a España con el lastre de su matrimonio a cuestas.

También es posible que la Reina Sofía sopesara su situación particular frente a la probabilidad de un posible divorcio. No es lo mismo ser la Reina Consorte de España que la Princesa Sofía de Grecia, por lo que preferible fue llegar al acuerdo con su díscolo esposo de permanecer juntos para representar a la institución monárquica, pero sus vidas se manejarían totalmente por separado y así lo han mantenido hasta hoy.

Ahora, con este nuevo escándalo generado por la nueva publicación del libro "Mon Roy Dechú" de la autora francesa Laurence Debray, cada vez son mayores las especulaciones con respecto a un posible retorno del Rey Juan Carlos en los próximos meses, hay sumas expectativas sobre la posibilidad de un reencuentro entre los Eméritos, entre aquellos rumores que vienen, van y se dividen entre supuesta aversión versus una relación cordial y llevadera. ¿Sería mucho desear que la Reina prepare "los papeles" al regreso de su esposo? aunque de plano resulta improbable, sería, sin duda, la última estocada inesperada, cortesía de la siempre correcta Reina Sofía.