ENTRE ESTRELLAS

El increíble encuentro de un Miguel Bosé niño con uno de los pintores más grandes del mundo

Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé cimentaron las bases de una estirpe digna de telenovela.
miércoles, 13 de octubre de 2021 · 19:05

Si hablamos de familias legendarias, en España tenemos decenas de ejemplos para aportar al análisis. Por motivos que desconocemos, evidentemente esta es una tierra muy prolífera en lo que respecta a la formación de clanes muy representativos en materia artística, cultural y de fama en general. Basta solamente con pensar en Rocío Jurado, en Lola Flores o en Julio Iglesias viniendo más hacia el presente. En ese sentido, otro de los nombres que no puede quedar afuera es el de Miguel Bosé, quien, si bien no es patriarca, es hijo de una de las familias más destacadas de nuestra cultura, tanto, que era habitual que sus padres y Pablo Picasso se frecuentaran.

Miguel Bosé viene protagonizando algunas temporadas teñidas por la polémica, pero ahora se ha retirado y planea volver al ruedo no con un nuevo disco, sino con un libro autobiográfico en el que pretende dar a conocer los capítulos más ocultos de su historia de vida. Hasta el momento no se sabe con detalle qué temas abordará y cuáles dejará de lado, pero, mientras tanto, la revista “Hola” ha rescatado del archivo un trabajo similar que antes hizo Luis Miguel Dominguín (su padre) y desde allí ha visto la luz una anécdota que probablemente muchos desconocían.

Luis Miguel Dominguin, Lucía Bosé, Miguel Bosé y su hermana Paola.

En su niñez, el intérprete de “Amante Bandido” estaba tan inmerso en un mundo de famosos casi fantástico que era habitual que en su casa estuvieran hospedadas algunas de las grandes estrellas de la época o bien que él y sus padres visitaran a otras. Por ejemplo, el director de ópera Luchino Visconti fue el padrino de Miguel, mientras que Pablo Picasso el de su hermana Paola Dominguín. Pero entre el vocalista y el pintor había un vínculo especial, tanto que el creador del cubismo lo invitó a pintar con él cuando solo tenía 3 años.

“Un día, tendido en la butaca, suspendí la lectura y me dediqué a seguir los gestos de Pablo Picasso mientras pintaba. Miguelito, que andaba por los tres años de edad, entró en el estudio y le dijo a Pablo que quería pintar”, relata Luis Miguel en sus memorias y continúa asegurando que inmediatamente el artista le dio un pincel Miguel Bosé para dejase a su creatividad manifestarse. El padre del niño tenía miedo de que este arruinase la obra de semejante artista, pero Pablo lo calmó diciéndole que no existía la posibilidad de que fallase y fue así cómo el retoño terminó convirtiendo el trazo que comenzó siendo la silueta de una mujer, en un gallo.

Miguel Bosé en una foto de archivo.

Luis Miguel, más adelante, manifiesta que era muy común que sus hijos estuvieran en la casa de Pablo Picasso y eso nos hace caer en la cuenta del nivel en el que se manejaba la familia que protagoniza esta historia. En la actualidad, es posible que Miguel Bosé esté un poco apartado de sus orígenes artísticos y que sus decisiones más recientes empañaran su carrera, pero datos como estos nos permiten recordar que su conexión con el arte no es algo pasajero y que siempre puede volver a reconectarse con esa parte de él que lo llevó a brillar tanto aquí como en el extranjero.

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