La Reina Isabel podría estar escondiendo su verdadero estado de salud

Por muchos años, el óptimo estado de salud de la Reina Isabel fue motivo de admiración por múltiples generaciones, que la han concebido en su posición como jefa de estado y representante del poder monárquico, como la gran unificadora nacional y símbolo de estabilidad e inamovilidad de la corona.

Sin embargo durante esta semana, los últimos reportes mantienen en vilo a la nación vecina. El pasado martes, la Reina Isabel asistió a una misa en la abadía de Westminster acompañada por su hija, la Princesa Ana, y sosteniéndose con la ayuda de un bastón. Desde el Palacio de Buckingham, se intentó matizar la situación aludiendo además de un tema de “comodidad”. Sin embargo, la prohibición a la Soberana de ingesta alcohólica y una repentina cancelación de todas sus compromisos de agenda, por orden de su parte médico, resulta más cuesta arriba para justificar de cara a la opinión pública.

Mientras tanto, el pueblo británico comienza a exigir respuestas. Este jueves trascendió que la Reina Isabel había sido internada en un centro médico -cuyo nombre no trasciende a los medios-, durante la noche del miércoles hasta el mediodía del día siguiente. Ante esta nueva información, la Casa Real se apresuró a comunicar que esta se trató de una revisión de rutina.

Hasta que la Reina Isabel reaparezca, la tensión se mantiene, aunque no es la primera vez que esto ocurre. En el pasado tuvo que someterse a intervenciones quirúrgicas para atender problemas puntuales. Por ejemplo, en 2003, debió someterse a una operación de rodilla, ya que tenía dificultades para caminar y ejercitarse, y en 2018 fue sometida a una intervención para corregir un problema de cataratas que comenzaba a afectar su visión.

Este año según lo expuso el portal “A24.com”, la Monarca habría confesado a una amiga nuevas dificultades para caminar y mantenerse en pie, lo que justificaría el uso del bastón que pudimos ver recientemente.

De ser confirmada esta versión, es poco probable que la Reina Isabel contemple la posibilidad de volver a someterse a otro tratamiento invasivo; tal vez advertida por lo sucedido este pasado mes de abril con su esposo Felipe de Edimburgo, quien a sus 99 años tuvo que ser internado para operarse de una afección coronaria. Su recuperación no fue la esperada y a las pocas semanas falleció.

En el caso puntual de Su Majestad, podría ser tan solo una falsa alarma. Se sabe que incluso la genética la acompaña favorablemente pues su madre, la Reina Isabel I falleció a los 101 años y siempre ha mantenido una dieta y hábitos muy saludables. No consume tubérculos, como papas, y eliminó el arroz y las pastas en las cenas, practica la equitación, nunca fumó y siempre bebió con moderación.

La prueba de fuego definitiva para la Reina Isabel y Casa Real, vendrá a partir de la próxima semana cuando deba iniciar las próximas actividades previstas en su agenda. Si no existen complicaciones en su estado de salud, entonces no habría razón alguna para que no pueda reaparecer en público. Amanecerá y veremos.