Rocío Jurado y la razón por la que no pudo jurarle fidelidad a Ortega Cano

Una de las bodas más inolvidables de la historia de España tuvo como protagonistas a Rocío Jurado y Ortega Cano. Tenía todos los condimentos necesarios para que fuera una jornada memorable: una multitud de invitados que sobrepasaron la capacidad del lugar, los nervios del torero y una impensada aclaración de la cantante. Ante la mirada de la Duquesa de Alba, Rocío Carrasco, María Teresa Campos y otras figuras, “La Chipionera” cometió un grave error.

En lugar de jurarle “fidelidad eterna” al padre de Gloria Camila, “La Más Grande” le prometió “felicidad” en los siguientes años de matrimonio. El torero palideció en ese instante, aunque él también había cometido otro error conceptual imperdonable para una ceremonia seria: había confundido el dedo donde debía poner la sortija. Equivocaciones totalmente esperables por la gran presión mediática sobre la ceremonia. La artista incluso llegó a dudar el día anterior sobre la idea de casarse, o bien, otra prueba de su indecisión la relató Carlos Arturo Zapata. El diseñador le ofreció hasta tres vestidos por la gran confusión que reinaba en ella.

La caótica boda de Rocío Jurado y Ortega Cano

La llegada de la novia en una carroza fue verdaderamente épica para la multitud que se esforzaba por ver cómo iba vestida. Apenas podía verse que Amador Mohedano sostenía su mano, de acuerdo a “Diez Minutos”, con un contundente semblante de preocupación. Habían más de 1.300 personas en los alrededores que, en su mayoría, lograron ingresar a la iglesia de ceremonia. El nerviosismo invadió a Rocío Jurado y Ortega Cano, al sentirse observados por tanta gente. Una solución rápida pero efectiva fue que parte de la multitud mire la boda en carpas.

Yerbabuena estaba repleto de personajes de la aristocracia, como la Duquesa de Alba, políticos del PP y PSOE, celebridades de la música y fanáticos de “La Más Grande”. Según “Vanity”, poco a poco, el ambiente se descomprimió y comenzaron a disfrutar de aquel 17 de febrero de 1995. La leyenda cuenta que Ortega Cano peleaba por unos langostinos con la madre de su flamante esposa, mientras la artista seguía nerviosa y veía al coro de 12 músicos preparar algunas sorpresas para ambos.

Las sorpresas de la segunda boda de Rocío Jurado

El cura a cargo del enlace recordó a los padres de la cantante y el diestro, de acuerdo a “Diez Minutos”. Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas, el enlace habría sido distinto si ellos estuvieran presentes. Pero esto no opacó el resto de la fiesta. Félix Cabeza preparó deliciosos platos que quedaron en el recuerdo de todos los presentes, según “Hola”, unos verdaderos privilegiados por seguir desde cerca esta controvertida boda. Todos vieron las dudas de “La Chipionera” en sus palabras previas al “sí quiero” y los nervios del matador, hasta que la boda finalizó para alegría de los casados. Rocío Jurado y Ortega Cano partieron lejos de España, sin avisar a nadie sobre la luna de miel para no atraer más atención. El día más difícil había pasado, y vendrían más aventuras para escribir en su historia.