La protagonista del desamor más grande de Joaquin Sabina rompió el silencio

"Tarda en llegar y al final hay recompensa", reza una canción popular argentina que además de ser una canción podría servir para resumir la carrera de Joaquín Sabina, uno de los músicos más importantes de nuestra historia. Bien conoce el esfuerzo y la consagración tardía cuando pasó por once discos hasta catapultarse en la cima de la música española y no salir de allí nunca más.

Cuando el cantante publicó "19 días y 500 noches" logró consagrarse como uno de los músicos cuya poesía atravesó todo. Sensibilidad, sensatez y sentimientos en letras poderosas que cumplieron la exitosa tarea de conquistar a seguidores y desconocidos. Gracias a este álbum, la carrera de Joaquín Sabina tomó otra dimensión.

Las canciones que conformaron al que es considerado como uno de los discos más importantes de la música hispana fueron para el esposo de Jimena Coronado un método catártico ante uno de sus desamores más grandes. Cristina Zubillaga fue la responsable de desgarrar el corazón de este poeta que se desahogó con trece canciones exquisitas.

Cristina conoció a Joaquín Sabina en el mundo de la noche madrileña cuando abandonó Mallorca con el fin de iniciar su carrera como modelo. "Yo era un poco loquita de la noche, me perdía de mis amigas y en una de esas aparecí sola en Amnesia. Vi a Joaquín y se acercó porque yo creo que le acosé un poco mirándole y me dijo: '¿Quieres tomar una copa?'", comentó la exnovia del cantante en el adelanto del especial "Pongamos que hablo de Sabina", el ciclo documental de Atresplayer.

Las buenas son todas de desamor, canciones que escribe un tipo para que le golpeen a la cabrona que se ha ido y lo ha dejado solo.

Las vidas de Cristina y Joaquín comenzaron a perder compatibilidad, mucho más cuando confirmó el mito de que gran parte de la escena madrileña tenía las llaves de la casa del intérprete de "Contigo". "De vez en cuando encontraba a alguien que no esperaba al levantarme por las mañanas... Quería matar a Joaquín", confesó Zubillaga.

Luego el amor entre los dos se terminó, así sin más. "Cuando grabé el disco estaba pasando por un momento de cambio en mi vida, tuve cambio de mujer, cambio de hábitos, abandoné aquellos hábitos no recomendables para la juventud y dejé los bares y la noche y así empecé a aprender a envejecer sin dignidad", recordó Joaquín Sabina de ese entonces.

Esos cambios y ese sufrimiento fueron canalizados en una pieza artística de alto nivel, demostrando el artista de talla que es y logrando trascender merecidamente como uno de los exponentes de la música española más importantes que existen.