Difunden el contenido de varias cartas privadas de la Reina Isabel y el Reino Unido reacciona

Durante 95 años de vida y al menos 70 de reinado, no se puede decir que la Reina Isabel no ha tenido una historia de vida fascinante. Durante estas siete décadas, lo que ha trascendido sobre ella se refiere estrictamente a datos oficiales que han sido corroborados por Buckingham y, cuando se trata de su vida familiar y personal, son los medios quienes se encargan de realizar algunas pesquisas necesarias para intentar conocer los secretos de la Monarca más longeva del mundo. Así lo recoge la revista "Vanidades".

Hay algunos hechos sorprendentes que la Reina Isabel estelariza y resulta difícil encontrar el por qué. Nadie entiende por ejemplo, por qué los cisnes del Reino Unido le pertenecen o simplemente algunas de las reglas y prohibiciones que ni siquiera ella puede incumplir, y tal vez nunca tengan una respuesta, pero sabemos de un tema muy puntual que parece tener una explicación lógica a partir de un nuevo hallazgo difundido por el rotativo "express.co.uk" y que, sin dudas, afianza la lealtad del país vecino hacia su Soberana.

Se trata de una carta escrita por la misma Reina Isabel de su puño y letra, dirigida a una persona cercana cuyo nombre es -o fue- "Mary" y firmó bajo el seudónimo Lilibet, con fecha del año 1945 cuando la Monarca apenas tenía 19 años.

En el contenido, la abuela del Príncipe Harry contaba a su destinataria algunas de sus vivencias durante los crueles años de la segunda Guerra mundial que forjaron no sólo algunas habilidades insospechadas que la Reina Isabel aún posee sino que forjó su carácter e influyó en su visión del mundo que hasta hoy se mantiene.

En los años más difíciles, la Reina Isabel apenas contaría con la edad de 13 años cuando comenzó a dar muestras de su carácter: se mantuvo al lado de su padre, el Rey Jorge VI, mientras la amenaza nazi avanzaba hacia la capital londinense y miles de niños eran trasladados a otras ciudades seguras para evitar ser víctimas de los bombardeos constantes. Ella se mantuvo firme y junto a su hermana Margarita fueron trasladadas al castillo de Balmoral, a la Sandringham House y, finalmente, al castillo de Windsor dónde esperaron los acontecimientos.

Una vez que alcanzó la mayoría de edad, su inquietud le permitió adquirir nuevas habilidades que fácilmente pudieron hacerla valerse por sí misma: se convirtió en segunda subalterna honoraria en el Servicio Territorial Auxiliar y, en 1945, justo meses antes de que culminara este escenario bélico mundial, se formó como conductora y mecánica, y se le otorgó el rango de comandante junior honoraria.

Mientras otras "Royals" aprendieron los oficios de la enfermería y de la puericultura, se puede decir que la Reina Isabel es la única capaz de reparar un coche y cambiar neumáticos. ¿Qué otra Reina, Princesa, Duquesa, Condesa o noble podría decir que tiene estas increíbles habilidades, cuando en aquel momento parecían -y parecen- tan impropias para alguien de su estirpe?

"Nunca antes había trabajado tan duro en mi vida, ya que todo lo que aprendí era completamente nuevo para mí: todas las partes de un automóvil y todas las complejidades de la lectura de mapas. Pero lo disfruté mucho y lo encontré una gran experiencia”. Concluyó la Reina Isabel. De hecho, esto explica porqué a sus 95 años debe ser la única persona en el Reino Unido con esta edad que aún puede conducir coches y ninguno de los que posee necesitan placa de identificación.

Otro dato curioso fue un hecho inédito que tuvo junto con su hermana, la Princesa Margarita, que podría contarse como su primera experiencia como "plebeya": en el relato que ofreció a su interlocutora, la Reina Isabel confesó que, junto a su confraterna, se escabulló a las calles de Londres cuando fue decretado el final del conflicto bélico para mezclarse entre la gente y ver por ellas mismas cómo se vivía el fin de aquel capitulo inhumano de la historia.

Estábamos aterrorizadas de que nos reconocieran. Recuerdo filas de personas desconocidas que se tomaban del brazo y caminaban por Whitehall, todos nosotros estábamos abrumados por una marea de felicidad y alivio.