José Sacristán y cómo la actuación lo ayudó a superar su dura infancia

El Festival de San Sebastián abrió sus puertas tanto para el cine, como también para dos homenajes para dos artistas inigualables: Raphael, quien presentó su docuserie; y también José Sacristán, el ganador del Premio Nacional de Cinematografía. Este actor realizó un discurso implacable y dedicado a los suyos, principalmente, a Amparo Pascual. Lo cierto es que está lejos de la despedida, tal como lo anticipó hace una semana, cuando delegó la decisión a la “madre naturaleza”.

El actor recibió este prestigioso premio y sólo pudo recordar aquel tiempo en que se ponía plumas en su cabeza, e interpretaba a médicos, abogados o cualquier otro personaje que surgiera. Para él, la actuación siempre fue un juego en el cual escapaba a la triste realidad del franquismo. A fin de cuentas, esta semana termina de coronar una trayectoria con otros reconocimientos muy importantes que jamás lo bajaron de la cima. Esta noche seguramente sustituirá a la del Goya de 2013, cuando emocionado recibió el galardón y sentenció una lección que todo intérprete debe aprender: no se vive por los premios, sino por la pasión de trabajar.

Cuando recibí la noticia de este premio, pensé lo mismo: “Se lo han creído”.

En los primeros días de julio, José Sacristán pudo ver cómo la historia se repetía y la felicidad colmaba todo su cuerpo. Aquel niño que jugaba a ser el indio al frente de su abuela, de repente se volvió un actor experimentado con más de 20 premios que nuevamente logró que “todos se creyeran” su ficción. En este transcurso, según “Hola”, pasó por innumerables experiencias que comenzaron en el franquismo, su paternidad, hasta la actualidad. Está felizmente casado con Amparo Pascual, con quien desea vivir una prolongada jubilación, aunque esté lejos. Todo depende del interés del “público”, y para su sorpresa, todos quieren seguir viendo a este maestro.

El actor se separó de aquel prestigio que fue tan bien premiado este lunes. “No depende de mí”, sentenció según “Diario de Pontevedra”. Sin embargo, en poco tiempo cumplirá años y puede avecinarse un tiempo en casa que lo tiene más que merecido. Seguir con el “juego” de la actuación no le parece trabajoso, sólo que pasar tiempo con los suyos es una deuda que parece tener encerrada. José Sacristán pidió perdón a los hijos, delante de todos los presentes en San Sebastián, por el tiempo que estuvo entre rodajes y giras. Es un sentimiento que entiende, puesto que lo sufrió en carne propia en su infancia.

Mi madre era mi cómplice.

El aclamado actor vivió los peores momentos del franquismo, aquellos en los que el país se dividió por completo. Lamentablemente, su padre fue una víctima más de este régimen dictatorial y tuvo que criarse bajo el cuidado materno, de acuerdo a “Hola”. Pasaban poco tiempo, por lo que cada momento en compañía de la madre, valía oro para José Sacristán. Si tuviese que revivir algún instante de su vida sería este, junto a la premiación en San Sebastián y probablemente la noche del 18 de febrero de 2013. Llegó a un momento artístico cumbre, al ser aplaudido por Concha Velasco y todo un elenco joven que lo felicitaba al ganar el Goya por “El muerto y ser feliz”. Según “Vanitatis”, su mayor orgullo pasó por llevarse el reconocimiento de varias generaciones, incluida su esposa, a quien le agradeció todo su amor.