Aunque las exequias de Estado en honor a la memoria de la Reina Isabel fueron llevadas a cabo hace algunas semanas, para sus familiares un nuevo proceso se abre en el seno de la familia, que definitivamente genera verdadera curiosidad, y tiene que ver con el legado de más de 300 joyas que tras la desaparición física de su propietaria han quedado sin adjudicación. Los objetos en cuestión se dividen en "14 tiaras, 34 pares de pendientes, 98 broches, 46 collares, 37 brazaletes, 5 colgantes, 15 sortijas y 14 relojes", así lo expone Mujer Hoy en una reciente edición.

De esta importante colección, hay al menos 30 piezas que, más allá de la altísima valía sentimental, también incrementan su costo, gracias a que eran las piezas que la Soberana usaba con mayor frecuencia. Si bien se ha dispuesto que muchas de sus posesiones privadas pasaran a manos de sus hijos, los príncipes Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, hay dos integrantes de la familia Windsor que definitivamente se llevarán la mejor parte.

Hablamos, por supuesto, de la Reina Consorte Camilla Parker y la nueva Princesa de Gales, Kate Middleton, aunque según lo acordado por orden de jerarquía será la esposa del Rey Carlos quien elija primero y del resto podrá disponer la esposa del Príncipe Guillermo. Sin embargo, expertos como Ingrid Seward han afirmado al diario Daily Mail que mucho del cuantioso joyero personal de la Reina Isabel fue repartido en vida, a excepción de algunos lotes y la treintena de alhajas más entrañables de la Soberana. Esto bajo el juicio de la Monarca, evitaría desavenencias futuras.

El botín secreto de la Reina Isabel

Pero entre todo lo de valor que pudo ostentar la Reina Isabel, hay una joya a la que ni siquiera la nueva Consorte y esposa del nuevo Monarca podría acceder. De hecho, nadie podrá hacerlo en el futuro y se trata de la alianza de matrimonio de la Reina Isabel, una de las joyas con la que pidió ser enterrada, además de sus conocidos pendientes de oro y perlas que siempre elegía por su bonita forma, valor sentimental y diseño discreto.

Este precioso anillo fue confeccionado con un pequeño extracto de oro galés en 1923 y se dice que la cara interna del anillo de la Reina Isabel y su esposo, el Príncipe Felipe de Edimburgo, guardaba un mensaje grabado y cuyo código solo conocían tres personas: la misma pareja y el joyero encargado de esta labor. Los tres se llevaron al descanso eterno este curioso detalle, cuya veracidad se debate entre la realidad y el mito.