La Infanta Elena y Jaime de Marichalar: 15 años de separación y una batalla abierta que reabre

Campechana como su padre, incapaz de tolerar a la prensa, informal (al punto de parecer descuidada en ocasiones), o mejor dicho "acabada" según ella misma dijo hace algunas semanas atrás, es la manera como la Infanta Elena se muestra ante el mundo en los últimos años. Quién apenas la conoce hoy, en cualquier otra parte del mundo, se sorprendería al saber que detrás de su apariencia "más natural", hubo hace un poco más de 15 años una Duquesa capaz de deleitar a los medios en destacados eventos royal en la década de los noventas con trajes y vestidos Lacroix, Óscar de la Renta y Dior a medida, hechos especialmente para destacar su presencia al máximo. Todo bajo el distintivo sello de su exesposo, Jaime de Marichalar.

El "hacedor" de princesas, responsable en gran término del éxito de Victoria Federica, conoció a la hija de los reyes eméritos en Francia, luego de que esta decidiera poner tierra de por medio para recuperarse de su decepción amorosa con el jinete Luis Astolfi. En esos días, Jaime de Marichalar trabajaba en el banco Credit Suisse y entre ellos flechazo como tal, no lo hubo. El insistió en cortejarla, ella en su ánimo de querer casarse algún día se dejó querer y fue así como el 18 de marzo de 1995 ambos contrajeron matrimonio en la Catedral de Sevilla frente a 1500 invitados y la presencia de representantes de 33 casas reales.

Durante su matrimonio, las diferencias entre ellos eran verdaderamente visibles: ella siempre fue una gran destacada en el mundo de la hípica, trabajó por un tiempo como maestra y luego ingresó como directiva en Mapfre mientras Jaime de Marichalar estaba más interesado en trazar su camino en el mundo de la moda con una rutilante vida nocturna entre fiestas y eventos que la Infanta Elena no compartía pues estaba enfocada en ser madre y llevar una vida mucho más tranquila y alejada de los focos

Medios como el diario El Mundo aseguran que el exduque de Lugo nunca pudo superar su fracaso sentimental y por ello no fue capaz de reconstruir su vida después de haber estado casado con la Infanta Elena, y esto de alguna manera se reflejó no solo en su devastadora separación, que incluyó inumerables peleas frente a sus hijos Froilán y Victoria Federica, sino a lo largo del tiempo al ser incapaces de poder llevar una comunicación siquiera cordial entre ellos, y solamente limitada a temas referentes a sus hijos. De hecho, en la actualidad las tensiones se han avivado. No pueden siquiera superar sus diferencias en público ni saludarse y así lo demostraron la última vez que ambos coincidieron, en la fiesta de cumpleaños de la Princesa Ira de Furstenberg en el Palacio de Lira en Madrid.

La razón para ello, es el reproche que la Infanta Elena mantiene contra Jaime de Marichalar, al señalarlo como culpable de influenciar a Victoria Federica para convertirse en figura publica, hasta el punto de abandonar su carrera universitaria en marketing, deslumbrada totalmente por el brillo y las luces de una vida  hedonista y excéntrica como la que su padre lleva. Siendo así, casi resulta imposible pensar que entre la expareja pueda haber algún día subsanar sus diferencias y encontrar puntos de común acuerdo.