En enero de este año salieron a la luz las imágenes que comprometieron a Iñaki Urdangarin y su matrimonio con la Infanta Cristina. En ese momento se desconocía la identidad de la "rubia" que lo acompañaba en una actitud "cómplice y cariñosa". La exclusiva fue publicada por la revista Lecturas y las imágenes hablaban por sí solas: un atardecer, miradas y gestos amorosos.

Ahora, al cumplirse casi un año de ese momento que puso en la boca de todos al ex Duque de Palma, aquella desconocida resultó ser Ainhoa Armentia, quien el próximo domingo celebrará su cumpleaños número 44. 

Aún no se sabe si el ex de la infanta Cristina preparará algo especial para su novia, pues hace unos días sufrió una caída mientras se ejercitaba, se rompió el codo izquierdo y fue intervenido de urgencia. Su madre se dirigió a la prensa y señaló que tras pasar por quirófano "está bien, está en casa de reposo, con cuidado".

Aunque Iñaki Urdangarin necesita mucho reposo, no dudó en viajar para disfrutar del partido de balonmano del Barça. Ocupó las gradas del Palacio de los Deportes de la capital de La Rioja, como cualquier hincha, para alentar al equipo que sigue invicto en la Liga Asobal. Se espera que el deportista haga otro esfuerzo para celebrar junto a su novia, pero debe seguir un riguroso tratamiento de rehabilitación que lo alejará durante dos meses de su cotidianidad. 

El amor

Esta pareja después de que se hiciera público su romance dejó de esconderse. Hace tan solo un mes y medio los captaron en las aguas Baleares en un viaje de enamorados. En la playa de Formentera lucieron como unos tórtolos y no ocultaron sus gestos apasionados. Al contrario dejaron por sentado que se encuentran de lo mejor y que su relación tomó vuelo. 

Los días de soledad

Iñaki Urdangarin estuvo 949 días solo cuando estuvo privado de libertad. Así lo relata el periodista Nacho Gay en su libro "Urdangarin, relato de un naufragio". Estos detalles no habían visto la luz si no hasta ahora. El ex Duque de Palma únicamente llegó a hablar con funcionarios y con el capellán de la cárcel. Aún así fue privilegiado, porque permaneció en un costado que era para mujeres. Leía, hacía deporte y miraba la tele.