La decisión de la Reina Isabel que causó conmoción durante la misa por Felipe de Edimburgo

Después de muchas especulaciones y opacidad informativa, la Reina Isabel hizo su gran de entrada a la Abadía de Westminster para acudir al oficio religioso en honor a su fallecido esposo, Felipe de Edimburgo. Aunque no hizo falta la colocación de paneles para evitar las cámaras de la prensa, sí ingresó al recinto religioso por una puerta lateral como habíamos advertido recientemente y en un giro casi inesperado, acompañada por el elemento menos pensado.

Ha valido la pena su prolongado descanso para este momento de especial significado para Su Majestad. Después de un año, ha podido celebrar una merecida despedida para su recordado compañero y Consorte, con la presencia de distintas personalidades políticas, representantes de al menos 12 casas reinantes, familiares y los más allegados que en vida celebraron al Príncipe griego y hoy la acompañan para homenajearlo.

Lo que nadie esperaba, sin duda, fue la aparición del infame hijo de la Reina Isabel, el Príncipe Andrés. Contra todo pronóstico, el Duque de York ha reaparecido ante la prensa como el gran apoyo de su madre en estos emotivos momentos, hasta el punto de ser su compañero de viaje en el trayecto desde Windsor a la capital londinense y, de su brazo, la Monarca ingresó a la Abadía. Ni siquiera su heredero el Príncipe Carlos ha tenido el honor de hacerlo, por lo que el mensaje ha quedado muy claro para la opinión pública. Esta vez, Isabel II no asiste en su rol de matriarca sino de madre y viuda.

Por supuesto, los grandes ausentes en este memorial, han sido los duques de Sussex, el Príncipe Harry y Meghan Markle, para mayor malestar de la Reina Isabel, quien nuevamente ve lejana la posibilidad de reunirse con su nieto y su familia, luego de sus graves desavenencias con el ministerio del Interior del vecino país, debido a las pocas garantías que podrían brindar a los de Sussex en términos de seguridad gratuita. La pareja puede ingresar al Reino Unido si así lo desean pero deben costear su propio equipo de seguridad y esto no ha caído en gracia a los exroyals.

Pese a la delicada situación que atraviesa la familia real británica, por esta ocasión tan trascendental para la Reina Isabel, todas las facciones han intentado llevar la fiesta en paz, pero la tensión puede cortarse con tijeras en este acto que comienza a verse desdibujado en su importancia real para desviarse en temas familiares, encuentros desagradables y presencias no gratas entre los asistentes.