Lola Flores heredó el duende a una de sus nietas menos conocidas

Las herencias pueden ser una salvación o un lastre. Ejemplos hay de ambas en este país, pero siempre es conveniente mencionar aquellas que sí generan orgullo en quienes son parte de esas estirpes. Sin lugar a dudas, Lola Flores es una de ellas y lo que ha dejado en su descendencia es mucho más que la fortuna de una carrera profesional llena de éxitos. Quien no lo crea debería mirar a Lola Orellana, probablemente su nieta más privilegiada porque no solo ha heredado sus riquezas, sino también su nombre.

Pertenecer al linaje de Lola Flores debe ser especialmente complejo por la gran cantidad de expectativas que se depositan en los miembros de esa familia. Sin embargo, Lola Orellana parece sobrellevarlo bastante bien con una estrategia clara: no pertenece al ambiente del espectáculo y no tiene intenciones de hacerlo, de modo que no tiene que lidiar con lo sofocante que suele ser la opinión de los espectadores.

Pero, aunque Lola Orellana no disfrute de las cámaras tanto como sus primas Alba y Elena, igualmente se dedica al arte y es por eso que no puede negar su conexión con Lola Flores. Quienes la conocen de cerca aseguran que es muy buena tocando la guitarra, pero jamás lo hace en público porque le huye a los aplausos. Lo suyo tiene más que ver con el detrás de bambalinas y ya lo demostró en “Juego de Tronos”, la superproducción de HBO en la que se desempeñó como asistente de producción.

Para pasar todavía más desapercibida en las redes sociales, la nieta de “La Faraona” usa un pseudónimo y allí nuevamente está claro cuánto adora sus raíces. “India Gitana” es su apodo en la comunidad virtual en clara referencia a los orígenes andinos por parte de su padre y a la sangre gitana de parte de madre. Además, su cuenta no está verificada y así más de uno creerá que se trata de una simple usuaria más y no de la hija de la gran Rosario Flores.

Muchos creían que era cuestión de tiempo para que Lola Orellana saliera de las sombras a hacerse cargo del legado de Lola Flores, pero parece que no es así y lo demostró en el casamiento de Elena. Ella llegó junto a su madre en un coche, los reporteros se les acercaron para entrevistarlas y Lola parecía sentirse a gusto, pero todo cambió cuando los periodistas la reconocieron. Fue entonces que rogó que el vehículo avanzara y, desde entonces, no ha vuelto a mostrarse públicamente. La sangre gitana la lleva consigo, pero no así las ganas de que todo el mundo sepa cuál es el clan al que pertenece.