El Rey Felipe no le pasó una más al Rey Juan Carlos en su visita a Zarzuela

"Un tiempo amplio de conversación" fue el que tuvieron el Rey Felipe y su padre, el Rey Juan Carlos, en su audiencia privada celebrada este lunes en Zarzuela, tal como se difundió de forma oficial y recoge el diario "El Mundo" en su más reciente edición. Según se pudo conocer, fueron varias horas de intercambio a puerta cerrada en el que hubo dos claros frentes en los que se dividió la tertulia. Por supuesto, hubo tiempo suficiente para actualizarse en lo familiar, pero también, según quedó expuesto, la situación requirió algunos ajustes de tuerca precisos y urgentes.

Porque, definitivamente, hubo un quiebre de pactos entre el Rey Juan Carlos y Casa Real, en cuanto al carácter discreto de las estadías cortas del Emérito en el país, pues, en una primera instancia, el alegato convincente que dió ante el Rey Felipe y la institución fue el de preservar su privacidad, cuestión que nunca sucedió en su reciente viaje hacia la localidad gallega de Sanxenxo y convirtió su llegada en un acontecimiento de tallas carnavalescas. Explicarlo al padre debió ser difícil para el Monarca actual, pero la estrategia utilizada no estuvo carente de sentido. La lealtad a la corona, por supuesto, fue la carta de juego que impuso el Rey Felipe para transmitir su preocupación y posición ante lo sucedido.

Hubo perjuicio, hubo daño. Si el Emérito no se había dado por enterado después de dos años de ausencia, este lunes el Rey Felipe se lo ha hecho saber. Fiscalía archivó los casos, sí, pero el informe emitido antes de dar por cerrada la investigación fue lapidaria: las acciones del padre de la democracia española habrían hundido a cualquier cuidadano común con cárcel -para muestra, el caso Nóos-, pero ni siquiera la mantilla constitucional de la inviolabilidad del Rey podría borrar de golpe y plumazo 40 años de actos condenables.

El medio antes citado también afirma que el hijo del Rey Juan Carlos tampoco dejó pasar esta visita a Sanxenxo y la conversación entre ambos se tornó tensa. Una cosa es "organizar su vida personal y su lugar de residencia en ámbitos de carácter privado" y otra cosa es ver a la Infanta Elena haciendo genuflexión a su padre como si aún ejerciera cargo, los posados y las zalamerías con la prensa que, a todas vistas, para Zarzuela fue totalmente innecesario y adverso a los propósitos de encauzar a la institución frente a una España que perdona pero nunca olvida.

Luego de estas puntualizaciones, toca ver cómo sucederán de ahora en más las posteriores visitas del Rey Juan Carlos al país y si logra ceñirse a los planteamientos y acuerdos fijados entre Casa Real y hasta la Moncloa, menos convencida aún de las acciones del Emerito y que podría actuar en consecuencia.