Amelia Bono muestra su lado más natural y es positiva en su relación con Manuel Martos

Los días transcurren para Amelia Bono con mucha dicha y felicidad. Al parecer, su vida después de la separación con Manuel Martos le ha caído de maravilla. Ella se ha convertido en una excelente representante de la moda española. Y se muestra tal cual es, sin ocultar sus raíces manchegas. Es más, su lado pueblerino lo nutre y se siente orgullosa de mostrar su encanto y personalidad.

La hija de José Bono hoy es una de las influencers más seguidas en la plataforma de Instagram. Cautiva a sus seguidores con solo mostrar su comida favorita, que son las mollejas; baila danzas tradicionales de su pueblo, asiste a las fiestas y pasa mucho tiempo con su familia. Esto ha hecho que se gane un montón de likes y por eso es catalogada como una “It girl” de peso en este momento.

Hace poco, la exmujer de Manuel Martos subió una “stories” en la que aparece bailando la jota. Se trata de un baile de su provincia natal y lo hace con mucha soltura. Para muchos es agradable que ella respete las tradiciones y, además, muestre su lado moderno. Lo otro es que lleva una relación amistosa con su exmarido. Después de trece años de feliz matrimonio y cuatro hijos en común, Amelia Bono y Manuel Martos anunciaron su separación en junio de 2021.  En aquel momento escribieron: “Nuestro amor y nuestro cariño seguirá siendo igual de importante, igual de bonito, igual de grande, pero diferente”. Y hasta el sol de hoy ha sido de esa manera, se llevan bien con sus hijos, tomaron caminos distintos y en los tiempos libres continúan siendo una familia.

Nuestro amor y nuestro cariño seguirá siendo igual de importante, igual de bonito, igual de grande, pero diferente.

Claro que los rumores de reconciliación están a la orden del día. Sin embargo, esto también es un estilo de vida, que los padres logren una buena relación para que sus hijos no carguen con traumas. Amelia Bono respira, baila, sonríe, cuida de su familia y no le importa mostrar un plato de mollejas y comerlas como si fuera el último día de su vida.