En el cosmos hay de todo, incluso personas tan distintas que se complementan y se rechazan. Por ejemplo, hay quienes no soportan la compañía de los amigos durante mucho tiempo o se sienten abrumados en espacios con mucha gente. Sin embargo, también hay quienes no soportan pasar un domingo solos y, por evitarlo, son capaces de poner en práctica maniobras dignas de análisis. A ellos nos abocaremos en este artículo desde la perspectiva de los signos del zodíaco.

Aries, el enemigo número 1 de la soledad

Sin lugar a dudas, de todos los signos del zodíaco probablemente este sea el más social de todos. Siempre está planificando con otros y, aunque sabe muy bien cómo dirigirse cuando está solo, prefiere no hacerlo. Además, podría tomar muy mal las acciones imprevistas que lo dejen solo en contraposición a cuando él decide que quiere estar sin compañía.

Escorpio, de todos los signos del zodíaco, al que la soledad le provoca miedo.

Puede que te sorprenda encontrar aquí a este signo del zodíaco por la seguridad con la que se presentan constantemente. Generalmente, manejan muy bien las situaciones y son líderes natos, pero siempre y cuando sepan que tienen a sus personas de confianza de respaldo. En situaciones de soledad seguirá adelante de todos modos, pero no olvidará a quienes optaron por dejarlo solo.

Acuario es el signo del zodíaco en el que, si de soledad se trata, prefiere escogerla

Al igual que con Aries, Acuario acepta la soledad siempre y cuando él la escogiera. De hecho, es probable que muchas veces necesite espacio consigo mismo para sentirse pleno. Pero cuando le imponen la soledad, entonces seguramente terminará con algún berrinche. Aprender a gestionar mejor la comunicación sería una buena estrategia para evitar dramas.

Virgo jamás aceptará que la soledad le cuesta más que las matemáticas

Los nacidos bajo la influencia de Virgo no la pasan bien con la soledad. Sin embargo, como son un signo del zodíaco de naturaleza práctica, la aprovecharán. Seguramente, se volverán muy productivos en los momentos en que nadie los acompañe, pero ellos saben muy bien que, en el fondo, no estarán siendo felices. Con los otros, este tipo de actitudes puede derivar luego en reclamos fuera de tiempo y lugar.