A pesar de que tanto la Reina Letizia como Charlène de Mónaco comparten la misma procedencia, sin trazo alguna de sangre azul en su genealogía familiar, sus dramáticas historias distan entre sí a la hora de comparar su trayectoria personal para intentar hacerse un lugar entre sus respectivas familias políticas. Esto propiamente gracias a las decisiones de vida que cada una debió tomar para sobrevivir a las fuertes presiones que conllevan ser una royal.

Convertirse en reina (o en el caso de la sudafricana, Princesa Regente y Alteza Serenísima), no es tema fácil, y cada una lo sabe muy bien, pero a diferencia de Charlène de Mónaco, la Reina Letizia ha sabido hacer valer sus decisiones en cuanto a lo estrictamente familiar se refiere, amén de sus disposiciones al frente de casa real. No en vano internos del palacio han expuesto que entre los pasillos es conocida como "la jefa", y valga la razón para ello, es la Monarca quien, frente a su equipo y las cocinas reales, siempre tiene la última palabra.

Es cierto que, en este sentido, la influencia de Charlène de Mónaco se ha visto opacada durante su década de matrimonio junto al príncipe Alberto por la figura estelar de la indiscutible primera dama del principado, la princesa Carolina de Mónaco, y, en cuanto a la relación que mantiene con sus pequeños hijos Jacques y Gabriella, la prolongada distancia qué habido entre ellos en el último año es motivo para que la exatleta intente recuperar el tiempo perdido. En Zarzuela, mientras tanto, no existe compromiso royal ni institucional que separe a la Reina Letizia de sus deberes como madre, por lo que vigila con recelo cada aspecto del crecimiento y formación de sus hijas, Leonor y Sofía.

Letizia es dueña de la cocina de Zarzuela

Esto, hasta en los detalles más mínimos como la alimentación. Hoy sabemos que es precisamente la Monarca quien dirige la elaboración diaria de los menús que forman parte de la dieta que siguen sus hijas, e incluso su esposo el Rey Felipe, quien pasó de ser un empedernido carnívoro a optar (forzosamente o no) por las bondades de la dieta mediterránea, que incluye abundantes variedades de vegetales y carnes blancas ricas en Omega 3 y proteínas puras. Un escenario así en Montecarlo es, como mínimo, inviable para Charlène de Mónaco.

Aunque no sepamos demasiado sobre la vida a lo interno de la familia Grimaldi y datos como el de la alimentación del núcleo duro al frente del palacio de La Roca, que contrasta con todos los datos que conocemos sobre la familia Borbón, tanto Charlène de Mónaco como la Reina Letizia tienen muy presente que su papel primordial es el ser las principales veladoras y guardianas del futuro de sus respectivos vástagos, y, aunque sus historias personales sean tan equidistantes, entre la eterna lucha por pertenecer y la final reivindicación frente a años de ignominia, hay un lugar que nadie puede arrebatarles, y es el corazón de sus seres queridos.