Tres cosas que el Rey Juan Carlos lamenta y que ya no puede vivir junto a la Princesa Leonor

Después de su intenso paso por España durante estas vacaciones estivales, la Princesa Leonor puede anotar a su favor algunos puntos en su brillante gestión institucional mientras que su situación a nivel familiar -entendiéndose su posible trato y comunicación con el resto de sus familiares presentes en Palma de Mallorca- continua siendo un misterio, más aún si hablamos de su abuelo, el Rey Juan Carlos. Desde su salida hacia Abu Dabi en 2020, no hay registro alguno de que la heredera y el Emérito se hayan reunido al menos una sola vez. ¿Tan distantes están las relaciones entre ellos?

En el caso puntual de la Princesa Leonor, su formación escolar en el extranjero ha sido una disculpa más que adecuada para esquivar en algunos casos, invitaciones puntuales por parte de otras casas europeas e incluso su ausencia en algunos eventos familiares. Es cierto que su vida entre los muros del UWC Atlántico College dificulta algunas interacciones, pero también es cierto que existe un cordón sanitario que impide a sus relativos cualquier tipo de cercanía, especialmente la del Rey Juan Carlos.

Mientras que las investigaciones sobre sus operaciones opacas en el pasado sigan alimentando el sumario mediático peor resulta para el Rey Padre, no solo en sus intentos de regresar a España, sino frente a la oportunidad para volver a su sitial en el retrato familiar ya roto entre las convulsiones del escándalo y la vergüenza. Sabe perfectamente que: 1. Perdió la oportunidad irrepetible de ver a su nieta crecer escuchando de su boca la historia de su reinado, 2. A mayor distancia, mayor el olvido y 3. En su visita a España en meses pasados, lo mejor que pudo ocurrir es que en el almuerzo posterior su nieta no estuviera presente.

Contrario al buen recibimiento que han tenido las noticias sobre las últimas reuniones entre el Rey Felipe y sus hermanas Elena y Cristina en Mallorca, Casa Real no podría amparar ningún acercamiento entre el Rey Juan Carlos y la Princesa Leonor, pues en este caso, para que el pasado y el futuro no se encuentren, no puede haber un presente que los cruce.

El primer paso para proteger a la Princesa de Asturias fue la decisión pública del Rey Felipe en su nombre y en el de su hija de renunciar a la herencia del exsoberano, aunque la implicación legal aún no se haya dado (que se sepa), más allá de una declaración pública de intenciones para separar los mundos. El segundo paso fue anular todo roce entre los implicados, ese que hace el cariño y del que nada se sabe.

¿Cuál será el próximo paso? ¿El desamor? ¿La institucionalidad por encima de todo? ¿El exilio eterno? ¿Habrá reconciliacion? Una temeridad por ahora sería arrojar proyecciones, pero de lo que todos están seguros es de una sola cosa: en la lista de las prioridades, la Princesa Leonor está primero, y todos hasta el Rey Juan Carlos así lo entienden. (Con información de OK Diario).