El sombrío adiós a Rocío Jurado en el lecho de su muerte es el eje central del noveno capítulo de la docuserie de Rocío Carrasco. En la casa de La Moraleja se coló el viento sin dirección, se cayó el cielo de tanta espera. Estaba toda la familia: Amador Mohedano, Gloria Mohedano y sus hijos, Rosa Benito con los hijos, seguidores de la artista, Juan de la Rosa, una enfermera y mucha gente que la heredera asegura que "estaban allí con su mejor intención. Estaban llenos de dolor".

Fue un momento crucial en la vida de Rocío Carrasco. Se despedía de la persona que más la amó en esta vida. "Le dije ‘mamá todo está bien. No te preocupes. Los niños están bien, yo estoy bien, estoy tranquila, estoy con Fidel, vete tranquila'. Le di un beso y ya sabía que aquello no tenía vuelta a atrás y a las dos horas se fue. Esa fue mi despedida. Yo quería que ella se fuese lo más tranquila posible", expresó desconsolada.

La mamá de Rocío Flores recuerda con especial atención a Juan de la Rosa. "Hablaban, todos hablábamos con él. Siempre estaba al tanto. Seguía siendo mi tío Juan, nunca dejó de serlo y lo seguirá siendo hasta el día en que yo me muera. El leal... era él", dijo Rocío Carrasco, quien, una vez más, sentenció la actitud de Amador Mohedano al compararlo con este amigo íntimo de la familia y la fidelidad que le demostró a Rocío Jurado tanto en las buenas como en las malas.

Rocío Carrasco no le perdona a su tío Amador el trato que tuvo con su hermana. Ella siente una profunda decepción. De hecho, hace más de 10 años que no tiene ningún acercamiento con Amador Mohedano.

Una pregunta que hubiera cambiado la historia

Rocío Jurado un día le preguntó a su hija: “¿Tú te vendrías a esta casa a vivir con Fidel?”. La cantante quería saber si a Rocío Carrasco le interesaba la casa de Montealto, donde vivía con José Ortega Cano. “Le dije que no. Mi madre solo hubiese cambiado ese testamento en algunas cosas de las que me preguntaba si yo en ese momento le digo sí. Ella lo hubiese cambiado", dijo Rocío.