IÑAKI URDANGARIN

Iñaki Urdangarin: la historia de siete meses de manipulación que lo coronan como un villano perfecto

Mientras todos apuntaban a la Infanta Cristina, era el vasco quien movía las cuerdas desde el principio.
domingo, 28 de agosto de 2022 · 10:35

El camino que sucede a la traición por parte de la pareja suele ser el más amargo y tortuoso, especialmente cuando se vuelve un asunto de interés público. Así lo ha vivido la Infanta Cristina al desayunarse una mañana del mes de enero con la noticia de que su esposo Iñaki Urdangarin iba de manitos sudadas con su entonces compañera de trabajo, Ainhoa Armentia.

Meses después, el desenlace es inevitable. Lo que queda es poner fin a casi 30 años de matrimonio, y aunque aún faltan algunos detalles por ultimar antes de que la expareja pueda firmar los papeles de divorcio, hay cierto comportamiento entre ellos que no parece encajar, especialmente en el trato. Una cosa es llevar las cosas civilizadamente y otra distinta es la cercanía innecesaria.

La versión de la unidad familiar que puede contra todo y todos ya no resulta necesaria, especialmente cuando los hijos que comparten ya son adultos y la niña menor, alcanzará la mayoría de edad en un año. No se trata de cuatro pequeños en edades vulnerables, en cuyo caso debería tratarse el asunto de forma casi quirúrgica. Ya están en edad suficiente para entender que papá y mamá no tienen que fingir, deben tomar caminos separados por su propio bien y sanar cada quien en la distancia y los desencuentros, aunque pueden evitarse, son también posibles. La escena del reencuentro en Bidart fue verdaderamente incómoda. ¿Iba la Infanta Cristina a "asegurarse" que sus hijos veinteañeros se aplicaron correctamente el protector solar o Iñaki no podía cuidarlos a los tres sin ayuda?

La tensión entre Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina era evidente en su reunión en Bidart. Fuente: (Instagram).

Al parecer, no resulta tan superfluo el asunto. Hay algunos indicadores que apuntan a que el propio Iñaki Urdangarin propició esta "reunificación", pues mientras permanezca en unión legal con su aún esposa, continúan ciertos beneficios a los que deberá renunciar muy a su pesar. Aún le acompañan escoltas en rondas de ocho horas, necesarios para reportar periodistas en la zona, transeúntes comunes y hasta elementos sospechosos con la intención de evadirlos. Es por ello que nadie cree a estas alturas que las fotos que anunciaron la nueva incursión amorosa del vasco con Ainhoa fue un accidente. Las capturas se habrían tomado bajo conocimiento suyo.

Es en este punto en el que hilamos aún más fino. Podría ser un garrón renunciar a ciertas comodidades pero nada puede ser peor que no liberarse de las amarras de un nexo marital que ya supone una piedra en el zapato y hasta las fotos del llanto de Urdangarin en su coche que tanto dieron de que hablar la semana pasada, podrían recaer bajo sospecha.

Al principio, se llegó a pensar que la exduquesa intentaba frenar el proceso y el exatleta sentía una presión tremenda, pero ahora en frío, es más fácil ver las cosas desde otro ángulo. ¿No era más fácil llamar a su novia por el móvil y contarle lo que sea que estuviera sucediendo? Mucho menos llamativo que dejarse ver en su coche, a plena luz del día y cristales abajo con el rostro compungido llorando.

El llanto de Iñaki Urdangarin en frente a su antiguo trabajo fue comidilla mediática en los últimos días. Fuente: (Instagram).

Bajo estas señales, se podría inferir que no se trata de una treta por parte de la Infanta Cristina para permanecer anclada a su matrimonio fallido, sino que sería el mismo Iñaki Urdangarin quien presiona a su casi exesposa para que esta acelere el divorcio. No le interesaría entonces reunificar a la familia, sino hacer todo cuanto sea necesario para salir del atolladero legal entre capitulaciones matrimoniales y abogados costosos. Si tiene que dejarse ver con su nuevo interés amoroso y quedar como un villano, bien entonces; si debe llorar en público, reunirse con su esposa en pleno día de disfrute con sus hijos y presionar para acabar con el letargo legal, es pan comido. Un fin que justifica los medios. ¿Quién lo diría, no?

Cargando más noticias
Cargar mas noticias