Tres precios por la cabeza del Rey Juan Carlos que Zarzuela debió pagar para "evitar" lo inevitable

Un dato irrisorio que recogen las crónicas de la prensa rosa en sus archivos de época, es que en algún momento el Rey Juan Carlos comentaba con mucho desparpajo que sin duda era "el Julio Iglesias de la monarquía", en alusión a su extenso prontuario amoroso. Sin embargo, lo que nunca mencionó, es que sí, tenía una lista muy larga de conquistas, pero era directamente proporcional a la cantidad astronómica de dinero que le costaron algunas traiciones de las que fue víctima por parte de las mujeres que accedieron a sus favores "reales".

Tres fueron las mujeres que pusieron en jaque mate al Emérito, al exponer de forma pública sus encuentros al punto de hacer tambalear a la corona y su futuro, no solo porque la humillación pública y el manchón institucional quedaron como huellas indelebles en el historial, sino porque los intentos de callar a estas mujeres, se pagaron con los dineros del Estado.

Para medios como Mujer Hoy una jugada tardía que cayó en el patetismo, fue la que intento la condesa italiana Olghina de Robilant, de quién se dice fue el primer amor del Rey Juan Carlos mucho antes de siquiera comprometerse con la reina Sofía. La noble intentó poner en venta las correspondencias que compartió con el exmonarca en su edad adolescente y ofreció contar jugosos detalles décadas después de aquellos encuentros. Sin embargo, no hubo demasiado interés y sí contó algunos detalles en varias entrevistas, pero el golazo fue doble al poder vender las misivas privadas. No sólo se embolsilló ocho millones de pesetas con la documentación original, sino que se hizo con copias casi al carbón y las vendió a Zarzuela anteriormente.

Quien realmente logro rentabilizar con el Rey Juan Carlos y su "amistad entrañable" fue la vedette y personalidad televisiva Bárbara Rey, si nos fijamos en el contenido difundido por el libro de 'El jefe de los espías', escrito por Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote. Tres videos y una foto comprometedora bastaron para que Casa Real desembolsara 600 millones de pesetas en una cuenta en Luxemburgo y un jugoso contrato televisivo con un programa en horario estelar.

Por supuesto, la historia nos confirma que ni siquiera semejante desastre hizo retroceder al Rey Juan Carlos en su ánimo de conseguir nuevas conquistas, amén de la consciencia propia y de poder recapacitar sobre estos hechos o al menos comportarse con mayor prudencia. En la década de los noventas quien cerró el tridente de la traición fue la empresaria alemana Corinna Larsen, la única mujer por la cual el Emérito estuvo a punto de divorciarse de la Reina Sofía, y quién se negó a devolverle a su examigo especial el obsequio de 65 millones de euros.

Es la misma que al sol de nuestros días se encuentra inmersa en una batalla épica legal por lograr sentar al padre del Rey Felipe en el banquillo de los acusados. Ella fue la única mistress que logró arrodillar al Borbón a voluntad y así lo refrendó la querida periodista Pilar Eyre en una entrevista concedida al diario La Vanguardia hace dos años: "Aún en 2019 don Juan Carlos fue a Londres con una excusa para suplicarle que volviera con él. "Don Juan Carlos puso a los pies de Corinna todo, puso a sus pies la corona, le dijo que se separaría de doña Sofía y que se casaría con ella. ¿Qué más que eso puede hacer un rey?".