Lo que en verdad pasó entre la Infanta Elena y la periodista que se atrevió a llamarla por su nombre

Atrás quedaron aquellos días de representación institucional en los que la Infanta Elena debía dirigirse a la prensa con una sonrisa y dispuesta a aclarar las dudas de los reporteros in situ. Al día de hoy las cosas han cambiado, y esta relación antes simbiótica también sufrió verdaderas modificaciones al punto de que no hay forma en que su encuentro con los medios, especialmente la prensa del corazón, sea siquiera amable, y una vez más ha demostrado que no los quiere ni de lejos ni de cerca.

El último encontronazo fue justamente este fin de semana, después de que la Duquesa de Lugo tuviera una exhibición hípica. Por supuesto, una de las reporteras presentes quiso acercarse a ella y preguntarle sobre algunos temas que están puestos sobre la mesa, específicamente sobre su familia, cuestión que enseguida la hizo perder los papeles. Ante las interrogantes de la reportera, después de felicitarla por su magnífica presentación en plena competencia, la Infanta Elena pidió que la dejasen en paz. "¿Me puede dejar ya, que estoy acabada? ¿Me puede dejar? ¡No voy a contestar a nada!".

Si bien la mediática intentó preguntarle sobre cómo se encuentra su hija Victoria Federica después de su intervención por peritonitis y quiso saber si la Infanta Elena sí vio las últimas fotos de Iñaki Urdangarin vacacionando junto a su novia Ainhoa por Formentera, ella sencillamente apuró el paso y se decidió a seguir caminando sin opción a otra cosa que "agradecerle" por los segundos prestados, por así decirlo.

En honor a la verdad, el episodio señalado por los medios en los que se afirma que ella apuntó a una periodista a ponerle justamente el término "Doña" a su nombre para referirse a ella fue totalmente cierto. Se trató de un error de la periodista al llamarla simplemente "Elena" y la Borbón la corrigió y subrayó "Doña Elena". Para cuando el error sucedió, la madre de Froilan y Victoria Federica ya había adelantado unos pasos y había dado la espalda a su interlocutora, pero alcanzó a escucharla. Definitivamente, no hay confianza que valga y la Infanta no teme poner en claro cómo debe ser tratada.

Sin embargo, lo que sí hay que remarcar es que no es una persona muy cordial y es siempre difícil entrevistarla, modelo que sus hijos repiten y permite establecer comparaciones con los hijos de la Infanta Cristina, mejor educados en ese sentido. Simplemente no resulta justificable y aunque no sea parte del núcleo duro de la familia real todavía obtiene ciertos beneficios como seguridad paga por el Estado y otras contemplaciones, además de ser figura de interés público así no quiera reconocerlo, por tanto, nadie más que ella debe saber que la prensa siempre rondará a su alrededor, y si no, Ginebra siempre es una buena opción para cambiar su residencia.