La Reina Letizia lo hace de nuevo: así fue como trató a una anciana en frente a varios testigos.

Cuando se valora la gestión de la Reina Letizia en cuanto a profesionalismo, oratoria y dedicación, nadie duda que su trabajo en el cumplimiento de sus agendas semanales siempre es un diez. No obstante, lo mismo no ocurre cuando se pide a muchos calificar su apreciación sobre su persona en cuanto a temas de personalidad. Aún muchos la perciben como fría, hierática y arrogante. Con cada paso que da, poco a poco se aparta de esta percepción que la acompaña desde sus días como Princesa.

La Monarca, cada vez más cómoda con su papel protagónico en aras de representar a Casa Real, es ahora quien impone ciertas reglas, aunque de vez en cuando también las rompe. Esta vez ha sucedido eso por una razón de lo más entrañable y su gesto  definitivamente no tuvo ningún desperdicio. Cualquiera en su lugar hubiese hecho exactamente lo mismo.

Sucedió en la mañana de este martes cuando la Reina Letizia asistió en calidad de presidio al acto de clausura de la XIV Convocatoria de Proyectos Sociales “Euros de tu Nómina”, como lo reseñó la revista "Lecturas" en una publicación reciente. Aunque su discurso fue bastante celebrado por los presentes, fueron las palabras de una de las beneficiarias, Maruja, las que pusieron el tono emotivo a esta ceremonia al relatar su historia y hablar sobre lo positiva que ha sido la ayuda económica que recibe.

Tan profundo caló la historia de la anciana en el corazón de la Reina Letizia que ni siquiera pensó en temas de protocolo y no pudo evitar subir al escenario y darle un abrazo que arrancó numerosos aplausos entre los presentes.

Tampoco es la primera vez que la esposa del Rey Felipe saca a pasear su lado más distendido y carismático en eventos públicos. Recientemente se mostró muy amable con varios ciudadanos españoles que la despidieron en la Embajada de España en Londres, luego de asistir a las exequias de Estado en honor a la Reina Isabel. También se recuerdan otros episodios, como la ocasión en la que derrochó simpatías en una entrega de premios en la que coincidió con el mismo estilismo que llevó una galardonada, su entrañable trato con los más chicos y la vez en la que le cogió el abanico a una mujer que estaba presente en un acto público para intentar combatir el calor .