En la Casa Real algunos viven al límite. La Infanta Elena (59 años) siempre supo que no sería reina. Ni siquiera gozó del aval de su padre, el Rey Juan Carlos. Tampoco la ayudó el marcado sistema patriarcal que aún impera y además el Emérito la consideraba débil y frágil. La biógrafa autorizada María José Lorenzo habla de dicha percepción en el retrato que hace de la aristócrata y de cómo ve a la Reina Letizia (50 años).

Jaime Peñafiel describe de manera feroz la situación entre la hija de Doña Sofía y el Rey: "Juan Carlos dudaba de la estabilidad emocional de su primogénita, la Infanta Elena, a quien no consideraba en condiciones, digamos intelectuales, para ser la heredera".

María José Lorenzo señaló que para muchos es cruel y despiadado que el Emérito no le haya concedido ese lugar, pero fue todo lo contrario para ellos. En “Socialité” indicó: "El título de Infanta es suficiente para ella. Sin embargo, Juan Carlos siempre está pendiente de su primogénita para que no se sienta inferior".

La soberana sigue siendo la niña de sus ojos. “Siempre la cuidó, siempre la protegió. Quizás porque era esa niña destronada, ¿no?", indicó la biógrafa. Además, aseguró que la Infanta Elena nunca desobedeció el mandato. "Desde el principio ha asumido su papel: ser la hija mayor de los reyes de España, y creo que nunca se planteó ser reina ni lo echó en falta. Ha sido educada en la importancia de la monarquía como institución".

A pesar de que no tiene que llevar el peso de la corona, en casa tiene dos personajes que también la llevan al límite. Una “princesita” y un “principito” rebeldes: Victoria Federica y Froilán, sus hijos. Ninguno de los dos piensa en sus posiciones reales, quieren ser mediáticos y llamar la atención.

Sin corona

En el más hondo de los pensamientos de la Infanta Elena, la corona que lleva hoy la Reina Letizia es la que le pertenecería a ella. Mucho se ha dicho de que Elena de Borbón tildó a la soberana de plebeya. Al parecer la detesta, según Sanz. Su llegada fue un verdadero escándalo para ella. Es un poco clasista. Cuando se enteraron de la intención de casarse, "¡Por favor! Divorciada, hija de padres divorciados, atea"... costó mucho".