Mario Vargas Llosa (86 años) no tiene nada qué decir sobre Isabel Preysler (71 años). Se sienta en un sillón y responde cada una de las preguntas que le hace un periodista de "El País" sobre literatura. También habla de sus problemas de memoria; de su ingreso a la Academia Francesa el próximo 9 de febrero; de los años universitarios; de su rol de padre; de los inicios como escritor, de su temible padre; de escritores como Flaubert, Camus, Sartre, Cortázar; de su novela, “La Fiesta del Chivo”; de Gabriel García Márquez; de su estancia en México; pero prefirió callar cuando le cuestionaron su relación con la reina de corazones.

“Yo no he hecho ninguna declaración sobre Isabel. Y he tenido durante un mes periodistas desde las siete de la mañana plantados en el portal. Salía a caminar y ya me los encontraba” dijo el escritor peruano.

Antes de finalizar la entrevista, la curiosidad mató al gato. La insistencia del enviado de “El País” para sacarle información sobre su ruptura era tremenda. Mario Vargas Llosa señaló entre risas en su casa de la calle de la Flora en pleno centro madrileño, a la que retornó después de ocho años de amores con la aristócrata y madre de Tamara Falcó, rodeado de sus libros: “Yo no voy a hablar de Isabel, para nada”. De esa manera, hizo una especie de promesa inquebrantable y describió la rutina de haber vivido unos años en “la civilización del espectáculo”.

La experiencia ha sido magnífica, pero no literaria. No se puede convertir en una novela, eso.

Para el escritor peruano ese tiempo al lado de Isabel Preysler valió oro. No se arrepiente de nada y tampoco piensa escribir sobre ella como personaje de la jet set española: “Son dos mundos muy distintos, muy separados. Pero bueno. La experiencia se vivió y ya está, vuelvo a estar en mi casa, rodeado de mis libros”.

La posteridad

Mario Vargas Llosa no piensa en lo que vendrá después de la muerte. Alguna vez especuló sobre la posteridad, pero lastimosamente para él ya transita ese camino. El Nobel de Literatura será miembro de la Academia Francesa, se convertirá en el primer latinoamericano en alcanzar este logro. Será un “inmortal”, como le llaman a los académicos franceses, sin embargo, dijo: “Ser inmortal me parecería aburridísimo. Mañana, pasado, el infinito… No, es preferible morirse. Lo más tarde posible, pero morirse”.