Sin lugar a dudas, Belén Esteban se ha posicionado como el rostro televisivo predilecto de la audiencia. Con peso y carisma, influyente, su personalidad atrae en pantalla y en redes sociales, lo que la convierte en una de las figuras más populares de la televisión española.

Sin embargo, uno de los detalles que pasan desapercibidos por todos es la transformación que ha sufrido con el correr de los años, conforme a las situaciones de la vida que se le presentaron desde su aparición junto a Jesulín de Ubrique hasta su actual relación con Miguel Marcos.

Desde que se la vio por primera vez junto al torero allí por el año 1998, los cambios no cesaron. Después de romper con el torero y en plena batalla por la custodia de Andrea Janeiro, la ahora colaboradora acaparaba portadas de revista con posados de verano, así como también lanzaba su carrera en la televisión.

El año 2000 encontraba a Belén Esteban acompañada de Alicia Senovilla en sus matinales. Se la pudo ver entonces con una imagen muy similar a aquellos primeros posados con Jesulín de Ubrique y su niña. Con rasgos faciales discretos, se vislumbraba algún “retoque”. Algo que se tornaría más frecuente con el correr del tiempo.

Fue así como, lentamente, el inmaculado y dulce rostro de la hoy empresaria comenzaba a presentar rasgos más marcados. En consonancia con sus facciones, su figura se comenzó a tornear y se notó así su delgadez. Con su popularidad en franco ascenso, “la princesa del pueblo” se convirtió en su apodo universal.

Corría el año 2016 cuando Belén Esteban sintió cómo su vida se hundía. Fue sin dudas el año que lo cambió todo y marcó a la figura para siempre. La pérdida inesperada de su padre, así como su estruendoso distanciamiento de Amador Mohedano como representante, marcaron su vida y dejaron huellas imborrables.

Ya en manos de Toñi Sanchís, su fama repuntó a niveles insospechados. La delgadez extrema tendió a remarcar aún más sus rasgos y lució de este modo una cara desfigurada, comparada con el punto inicial.

De hecho, su estado de salud comenzó a ser motivo de preocupación al cabo de este período. Su relación con Fran Álvarez estuvo signada por adicciones y un estilo de vida para nada conveniente para la mediática que, de todos modos, alcanzaba el máximo histórico, si de popularidad hablamos.

Luego, llegó el momento de prestar colaboración en “Sálvame”, junto a Jorge Javier Vázquez. Nueva transformación en puerta. El rostro de Belén Esteban fue nuevamente protagonista de la pantalla pequeña. En esta ocasión, por la operación de nariz a la que se sometió para dar paso a la segunda etapa de decadencia de la periodista.

Miguel Marcos, el mejor momento de Belén Esteban

Si nos acercamos un poco más al momento en que, luego de varios amoríos, la emprendedora conoce a Miguel Marcos, llegó una etapa impensada: libros, películas y hasta un documental la ponían en el centro de la escena.

Tras llamar todas las miradas por todos los medios posibles, hubo un silencio. Nada más se supo de aquella “Princesa del Pueblo”. Como era de esperarse, su silencio tras la abrupta desaparición supo alimentar los rumores que ella misma confirmaría tras su regreso a la televisión.

Esta vuelta a la pantalla pequeña ofreció una imagen de Belén Esteban renovada. Su cara, totalmente desfigurada, con un cuerpo que no parecía el suyo, acompañaba las crónicas y entrevistas donde la mediática admitía haberse sometido a un tratamiento de desintoxicación.

Nuevamente, su rutina de colaboración en diversos estudios siguió girando. Se topó luego con Gran Hermano VIP, programa en el que resultó ganadora y alimentó nuevas portadas para la prensa del corazón.

Pasa el tiempo y, más allá de encontrarse en su mejor momento personal y profesional, su rostro ya no es el mismo. Nada de eso parece importar, si cuenta con el amor y la compañía de quienes llenan de luz sus días: Miguel Marcos y Andrea Janeiro, quienes la apoyan en cada paso que da.