POLÉMICA

El único precio que Charlène de Mónaco no puede pagar: su libertad a cambio de sus hijos

La sudafricana tiene otros motivos de vida que chocan contra la Institución que representa.
viernes, 4 de junio de 2021 · 12:27

Han pasado varias semanas y Charlène de Mónaco permanece fuera de los límites del Principado europeo. Su permanencia en su natal Sudáfrica se ha extendido más de lo esperado, hasta el punto de no poder retornar a tiempo para asistir a uno de sus eventos deportivos favoritos del año: la carrera anual de la Fórmula 1 en Montecarlo.

Mientras, el príncipe Alberto se ha hecho acompañar en su última aparición pública por los pequeños gemelos que comparte con Charlène de Mónaco: El heredero Jacques y la Princesa Gabriella. Las imágenes captadas por el lente de la prensa resultaron conmovedoras, pero también dejan cierta incertidumbre en el aire. Se ve a un príncipe solo en compañía de sus dos hijos, de los cuales no se sabe cómo manejan en lo interno la prolongada ausencia de su madre.

Los príncipes Jacques y Gabriella, son aún muy pequeños, pero conscientes de que su madre, Charlène de Mónaco, no está presente.

Entretanto, Charlène de Mónaco lidera una campaña para salvar a los rinocerontes en el país africano, que ha levantado sus respectivas filias y fobias entorno al modus operandi que se lleva a cabo para cumplir esta tarea. Por el otro lado, en el pequeño país europeo, los sectores más tradicionales y los férreos seguidores de la historicidad de los Grimaldi, levantan sus voces contra la Princesa rebelde.

Charlène de Mónaco lo sabe, pero continúa avanzando. Ella comprende que representa valores y códigos éticos que distan del tradicional comportamiento y costumbres de las casas reinantes del continente, sin embargo, entiende que estas prácticas ya no tienen cabida. Charlène salva rinocerontes, el Rey Juan Carlos cazaba elefantes, la reina Isabel y su familia cazan ciervos y jabalíes en Balmoral. Así lo refleja la revista "Caras".

Para Charlène de Mónaco, ser una Princesa no le impide acercarse a las causas que mueven sus fibras más sensibles.

En un mundo eco friendly, ambientalista, consciente y ávido de información, estas contradicciones llaman a reflexionar a las sociedades sobre la "necesidad" de continuar sosteniendo con altos impuestos a familias que solo tienen carácter representativo en los asuntos nacionales, pero su tren de consumo y hábitos, se equiparan a los grandes gastos del Estado cada año. Las acciones de Charlène de Mónaco comienzan a impactar en la visión generalizada de lo que consiste ser una "royal" en estos tiempos modernos.

La exnadadora no puede obtenerlo todo. Regresar a su país de origen es siempre un motivo de celebración que se puede vislumbrar en muchas instantáneas captadas, en las que su sonrisa es mucho más abierta y auténtica de lo que estamos acostumbrados a ver en sus apariciones oficiales, cuando asume su rol de Princesa junto a Alberto de Mónaco.

Charlène de Mónaco, "la Princesa triste", tiene en sus hijos y en cada oportunidad para regresar a su país, la fuerza que necesita para seguir.

Tampoco durante estas largas ausencias puede siquiera pensar en hacer partícipes a sus hijos de tan solo seis años de edad, Jacques y Gabriella. Como cualquier madre, Charlène de Mónaco se siente incompleta sin sus vástagos, por ello no importa cuánto tiempo decida permanecer en el exterior, sus hijos son siempre la garantía que necesita el principado para hacerla regresar.

Aunque sabe que junto al Príncipe Alberto le espera una vida palaciega llena de obligaciones reales, cada paso que da Charlène de Mónaco, construye un legado que espera que sus herederos continúen para el futuro. Es precisamente por ellos y las generaciones futuras, que sus esfuerzos justifican cada período que permanece en tierra foránea. Las opiniones negativas parecen valerle poco o nada, al menos así lo demuestra con cada corte de cabello, actitud y ansias por salvar al mundo.

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